lunes, 19 de mayo de 2008

La Sconosciuta (G.Tornatore)

“La sconosciuta”

(La desconocida, Italia/2006). Duración 118 minutos.
Guión y dirección: Giuseppe Tornatore.
Con Xenia Rappoport, Michele Placido, Claudia Gerini, Margherita Buy, Pierfrancesco Favino, Piera Degli Esposti, Clara Dossena, Alessandro Haber y Ángela Molina. Fotografía: Fabio Zamarion.
Música: Ennio Morricone.
Edición: Massimo Quaglia.
Diseño de producción: Tonino Zera.
Distribuidora: Impacto Cine.

Opinión del film: Muy bueno

La película arrasó con los premios David Di Donatello (máxima distinción para el cine en Italia) a la mejor película, dirección, actriz protagónica, música y fotografía. Filmada en Trieste y Venecia, la película costó 8 millones de Euros y representó para su director una esperada reconciliación con el público y la crítica.

La sconosciuta en cuestión es interpretada por Xenia Rappoport, una actriz rusa que nos animamos a decir que va a dar que hablar. En la película se destaca en el papel de una joven y enigmática mujer llegada de Ucrania que no se detiene ante nada para ganarse un lugar de confianza como la niñera de una familia de clase media alta. Pronto se establece un lazo muy especial, pero también perturbador, entre esta mujer y la niñita que debe cuidar. A lo largo de este thriller psicológico escrito por Tornatore (en colaboración con Massimo De Rita), ya nos iremos enterando de qué es lo que realmente se propone esta desconocida.

Mientras tanto no sabemos nada de esta mujer. Sólo que parece escapar de un pasado que la vincula a una red de prostitución, a una variada gama de humillaciones y a un amor que ya no está. Escenas fuertes a las que no nos tiene acostumbrados Tornatore, pero que no molestan tanto por lo explícito, como por su relativa contribución a la historia principal que se está contando. Y es que lo más destacado del relato no pasa por la denuncia social sino por la intensidad que se logra con las historias más pequeñas. Es en la magnífica construcción de personajes, en las excelentes actuaciones (se suman a la protagonista un siniestro Michele Placido y la niña Clara Dossena) y en el clima de angustia e intriga, de la mano de la espectacular banda sonora de Ennio Morricone, que la película gana en interés.

En definitiva, una muy buena opción para disfrutar en el cine de la película más oscura de Giuseppe Tornatore.

Por Javier Conigliaro

Giuseppe Tornatore

Giuseppe “peppuccio” Tornatore nació en Bagheria (Palermo) el 27 de mayo de 1956 y aunque está vinculado a lo artístico desde que tenía 16 años (obras de teatro, fotografía para revistas, filmaciones varias – incluso casamientos – documentales para la RAI, etc.) llega al mundo del cine de la mano de Giuseppe Ferrara con la realización de la película “Cento giorni a Palermo” (Cien días en Palermo) de 1984. Su opera prima llega al cumplir los 30 años con su película “Il camorrista”, que como lo indica el título consiste en el retrato de un capo de la mafia napolitana. Para este début cuenta con el papel protagónico de Ben Gazzara nada menos, uno de los actores preferidos de John Cassavetes, ícono del cine americano independiente. Esta película le permite obtener dos premios: el “nastro d’argento” y el “globo de oro” otorgado por la prensa extranjera en Italia al mejor director en surgimiento.

A esta película le sigue en 1988 “Nuovo Cinema Paradiso”, film con el que consigue un gran éxito ya que gana el premio especial del jurado en el Festival de Cannes y posteriormente obtiene premios en los festivales de Londres, Moscú y Toronto, obteniendo finalmente el Oscar a la Mejor Película Extranjera.

“Nuovo Cinema Paradiso” es una película que ha cautivado por su emotividad y que en algunos casos puede llegar a cierto desborde sensiblero. De todas maneras este toque melodramático no le resta méritos a una historia que como sugiere el título nos presenta un típico cine de pueblo, un lugar de reunión y encuentro para una época en donde no había televisión. Y en el racconto de esa historia, aparece desde el cura que censura los besos que se ven en la pantalla, la historia de un chico que encuentra en un grandioso Philippe Noiret (el proyectorista de ese cine) a un padre postizo y a un gran amigo. Es también una historia de amor por las películas, en uno de esos viejos cines donde daban de a dos y tres películas en continuado. Donde se podía ver desde una de Kurosawa hasta una de John Wayne pasando por Chaplin, antes que nos invadiera por completo el cine pochoclero.

Pero lo que también hay que destacar de “Nuovo Cinema Paradiso” es que marca el inicio de una nueva dupla artística que sigue hasta el día de hoy: la de Giuseppe Tornatore con el genial compositor Ennio Morricone. De alguna manera Tornatore toma la posta del famoso director Sergio Leone, que muere en 1989, y que previamente no sólo había hecho varias películas junto a su amigo de la infancia Morricone, había llegado incluso a inventar un género: el spaghetti western (la música de Morricone es ya una marca registrada para este tipo de realizaciones). Otra curiosidad (o no tanto): antes de fallecer, Leone estaba trabajando en una película cuyo título era “Leningrado”; Tornatore retomó ese proyecto a partir del 2000, lo que lo mantuvo alejado por casi 5 años de las carteleras, proyecto que actualmente sigue “en producción”).

En 1990 estrena la película “Stanno tutti bene” (Están todos bien), interpretada por Marcello Mastroianni, un viudo siciliano que emprende un viaje a través de Italia para ver cómo están sus hijos. Se detiene en Napoli, Roma, Firenze, Milano y Torino. En palabras del mismo director, es una película sobre la incomunicación y la mentira. Sobre como se reducen las grandes distancias (fax o satélite en la época en que se realizó el film, ahora tenemos mail) y de como se alargan las cortas. Aunque al igual que con su película anterior gana un David di Donatello (principal premio en Italia) por la música de Morricone y un “Nastro d’argento” por mejor guión original, no tiene el éxito de público que se esperaba. Es un film revalorizado hoy día y de hecho Robert De Niro va a protagonizar una remake prevista para el año próximo.

Después del film con Mastroianni, comienza un ciclo errático con películas que denotan un cierto declive artístico junto a otras que tienen buena respuesta tanto de crítica como de público. Dentro de las películas que no pasarán precisamente a la historia tenemos a “Una pura formalità” (Una pura formalidad - 1994), una historia en la que Gérard Depardieu es un escritor retenido por la policía con pretextos casi absurdos; un thriller psicológico que tiene la particularidad de contar con el coprotagónico de Roman Polanski.

Luego de realizar el documental “Lo schermo a tre punte”, Tornatore “torna” con “L’uomo delle stelle” (el hombre de las estrellas), película en la que Sergio Castellito es un camarógrafo algo charlatán y que con el pretexto de hacer un “casting” para importantes directores romanos, recorre distintos pueblitos cobrando un dinerillo a sus ingenuas víctimas. La película tiene un estilo picaresco pero, como suele suceder con este director, no falta el toque melodramático. Este film obtiene premios en el Festival de Venecia y el David di Donatello a mejor dirección así como una nueva nominación al Oscar para Mejor Película Extranjera.

En 1998 llega “Novecento”, una película que tuvo buena respuesta de público, varios premios “nastro d’argento” y un Golden Globe para la música de Ennio Morricone. Sin embargo, el film también conocido como “La leyenda del pianista sobre el océano”, es una película pretenciosa, mezcla de fantasía y costumbrismo melancólico en dosis algo exageradas, aún para Tornatore. El film se basa en el monólogo “Novecento” de Alessandro Baricco, un libro que cautivó a Tornatore. Esta suerte de musical no muy logrado, cuenta las desventuras de un niño abandonado en un espectacular transatlántico que, con el tiempo, se transforma en un genio del piano. Genio que deleita pasajeros, humilla a músicos verdaderamente geniales como el jazzista Jelly Roll Morton y desarrolla una rara fobia que no le permite abandonar jamás el barco, ni siquiera cuando se enamora. Es la única película que hasta el momento Tornatore rodó totalmente en inglés (lo que sin dudas le abrió mercados) y que dentro de su reparto cuenta con el protagónico del tarantinesco Tim Roth (el Mr. Orange de Reservoir Dogs), que no alcanza para salvar un film demasiado extenso y pretencioso.

Posteriormente sigue “Malèna” (2000), coproducción italo-americana interpretada por Monica Bellucci. Esta película que evoca de alguna forma a “C’era una volta in America” de (y no es casualidad) Sergio Leone, obtuvo el David di Donatello a mejor fotografía y el Nastro d’Argento por la música compuesta por (cuando no) Ennio Morricone. Y si la fotografía de esta película es realmente magnífica, resaltando la increíble costa siciliana, no menos magnífica es Mónica Bellucci en todo su esplendor. Lamentablemente hasta aquí los elogios ya que la película está, en mi opinión, entre lo más flojo de Tornatore. La película está ambientada en plena 2da. Guerra Mundial y cuenta la historia de Malena/Mónica, la fiel mujer de un combatiente. Es también la historia de la pérdida de inocencia de Renato, en su pasar de niño a adolescente. Basta ver las curvas de la Bellucci para entender el deseo que despierta en general y en Renato en particular, pasando por todos los clichés del cine (chistes burdos, maratones masturbatorias de Renato, habladurías varias a partir de la viudez de Mónica, etc.). En una lectura menos superficial podríamos decir que Tornatore buscó reflejar también la pérdida de inocencia de una Italia que sale del fascismo y de la guerra. No alcanza.

Como ya vimos, Tornatore volvió a lo grande con “La sconosciuta” y terminó de filmar su última obra “Baaria, la porta del vento” (Bagheria, la puerta del viento), un film personal, tanto que el nombre del título refiere – en fenicio – a su pueblo natal.

jueves, 8 de mayo de 2008

Federico Fellini



Biografía de Federico Fellini
(Rimini, 1920 - Roma, 1993)

Su infancia transcurre en el seno de una familia acomodada de Rimini. Hijo de Ida Barbiani, ama de casa, y Urbano Fellini representante de comercio, comienza sus estudios primarios en la escuela del asilo San Vincenzo para continuar luego en la escuela estatal Carlo Tonini. Un niño tranquilo al que le gusta el dibujo y la caricatura, que comienza a publicar a los 17 años en revistas juveniles. Cuando cumple 18 años comienzan sus colaboraciones en los semanarios La Domenica del Corriere y el político-satírico florentino 420, en los cuales publica relatos, viñetas y dibujos, todos bajo el seudónimo de “Fellas”.

En 1939, viaja a Roma junto a su madre y su hermana, con la intención de cursar los estudios de derecho y jurisprudencia en la Universidad, carrera que nunca terminó. En esos años inicia una estrecha amistad que durará toda la vida con el pintor Rinaldo Geleng. Desde junio de 1939 y hasta 1942 trabaja escribiendo cuentos y además como dibujante de viñetas en la revista Marco Aurelio. En 1940 y tras un breve paso por la radio, hizo sus primeros trabajos en el cine, como dibujante publicitario y luego como guionista en la película El pirata soy yo!, dirigida por Mario Mattoli. En ese tiempo conoce también a Aldo Fabrizi, al que hace participar en los guiones de Avanti c'è posto (1942), y Campo dei fiori (1943) de Mario Bonard y de Vive... si te dejan (L'ultima carrozzella) de Mario Mattoli. En ese mismo año se casa con Giulietta Masina, una joven actriz de teatro que se convertirá en la musa absoluta de su obra.

En la Alleanza Cinematografica Italiana (ACI), una productora dirigida por Vittorio Mussolini (hijo del dictador fascista) que lo contrata como guionista, conoce a Roberto Rossellini, uno de los más importantes directores del neorralismo italiano. Al poco tiempo cae el fascismo y en una Roma apenas liberada abre una tienda de retratos y caricaturas, “The Funny Face Shop”. En paralelo, Rossellini lo contacta para trabajar en un cortometraje que en pocas semanas se transformaría en el guión de Roma, ciudad abierta, escrito en colaboración por Rossellini, Fellini y Amidei (1945). Después de colaborar en los guiones de otros films de Rossellini como Paisá (Camarada) de 1946 o L´amore (1948), debuta en la dirección junto a Alberto Lattuada con Luces de variedades (1950) y posteriormente con su ópera prima Lo Sceicco Bianco (El jeque blanco) de 1951, protagonizada por Alberto Sordi y escrita por Michelangelo Antonioni y Ennio Flaiano. Durante el rodaje de esta comedia entre satírica y burlesca con ecos del omnipresente neorrealismo de la época, Fellini conoció a Nino Rota, el músico que lo seguiría por el resto de su carrera.

Con su siguiente película, Los inútiles (1953) edificada sobre los recuerdos de su adolescencia provinciana, se consagra ganando el León de Plata en el Festival de Venecia, galardón que no sólo repite al año siguiente con la película La strada, su primer film de resonancia internacional, sino que gana también el Oscar a Mejor Película Extranjera 1954. Esta película consolida la transición del director desde el neorralismo hacia un cine más personal, de marcado tono autobiográfico y repleto de elementos fantásticos. Luego seguirían Alma sin conciencia (1955), y Las noches de Cabiria (1957).

En 1959 consigue un enorme éxito con La dolce vita (Palma de Oro del Festival de Cannes en 1960). Película de casi tres horas que suscitó en su momento acusaciones de blasfema y que marca el inicio de su colaboración con el actor Marcello Mastroianni, su actor fetiche desde entonces. Fellini, ocho y medio (1963) desarrolla de nuevo variaciones sobre sus angustias y dudas creativas. Giulietta de los espiritus (1965) es un inventario de los sueños y pesadillas de un personaje femenino. Satyricon (1969) es una película repleta de imágenes fantásticas.
Entrado en los años 70 el cine de Fellini contrasta con las propuestas de las nuevas corrientes del cine europeo (el thriller de Jean Pierre Melville, el clasicismo de Truffaut, el compromiso político de Pier Paolo Pasolini, las innovaciones estéticas y formales de Bertolucci, el lirismo poético y metafísico de Andrei Tarkovski, el auge de los nuevos y jóvenes creadores (Rainer Werner Fassbinder, Wim Wenders, Carlos Saura o Ken Russell) volcándose en la realización de obras más pequeñas y personales, con menor presupuesto pero innegable envergadura artística como I clown (Los clowns) de 1970; Roma de Fellini (1972); Ensayo de orquesta (1979) o E la nave va (Y la nave va) de 1983.

Podríamos decir entonces que existen tres etapas en la filmografía de este genio del cine: Sus inicios, en constante coqueteo con la corriente neorrealista predominante en el cine italiano de los 40 y 50, buscando el estilo propio que le definiera como creador (de "El jeque blanco" a "Almas sin conciencia" pasando por "Los inútiles"; la resonancia internacional y conquista de las taquillas de todo el mundo, Oscars incluidos ("La strada", "Las noches de Cabiria", "La dolce vita", "Giulietta de los espíritus, "El Satiricón", "Casanova" y "Amarcord"); y la época de madurez, marcada por su distanciamiento con la crítica y por su pérdida de rentabilidad masiva de cara al mercado coincidiendo con el final de la supremacía de los grandes estudios estadounidenses y europeos.

Por otro lado, los guionistas con los que siempre trabajó (Bernardo Zapponni por ejemplo), lograron encontrar el modo de aunar diálogos y estructuras a la plasticidad, expresividad y enorme personalidad cinematográfica de Fellini (presente en la narrativa, encuadres, temáticas sobre lo onírico, el patetismo, la crueldad, la felicidad, la desolación, lo diferente, lo extravagante, la provocación, el humor, la farándula, lo mediterráneo...), y todo ello llega a desbordar rabiosamente la gran mayoría de sus películas.

En 1993 recibió un quinto Oscar en mérito a su carrera. Sufre el 3 de agosto un ataque cerebral mientras se hallaba en el Grand Hotel de Rimini. Fallece el 31 de octubre en Roma en el hospital Policlínico.

Filmografía como director

Algunas películas tienen un link especial al sitio de la Rai Italica, en la que encontrarán una ficha completa del film y otros datos de interés.

Luces de variedades (Luci del varietà) (1950), codirigida con Alberto Lattuada. Se trata de una comedia sensible y vital sobre la farándula.

El jeque blanco (Lo sceicco bianco) (1951), fue su debut oficial y en ella aparece Giulietta Massina en un pequeño papel junto a Alberto Sordi. En ella se perciben algunas características luego reconocibles en el director: el tratamiento de la gran urbe de Roma como espectáculo en sí mismo, la contención expresiva de los actores, etc.

Los inútiles (I Vitelloni) (1953), segunda comedia de Fellini, esta vez con Sordi y Aldo Fabrizi, convertida hoy día en todo un clásico del cine italiano. Feroz sátira contra la amoralidad de la vida social de la Italia de entonces, se interna en el patetismo y la acidez que más caracterizarán la posterior filmografía del director.

Amores en la ciudad (L'amore in città) (1953) - episodio Una agenzia matrimoniale. En este excelente film de episodios que fluctuan entre el drama y la comedia compartió dirección con Rossellini, y contó con Ugo Tognazzi y Antonio Cifariello, entre otros actores.

La strada (1954). Primera obra maestra del realizador. Anthony Quinn, Giulietta Masina y Richard Basehart quedaron inmortalizados en esta melancólica y triste historia ambientada en el mundo circense, que enamoró al público en su estreno. Poética.

Alma sin conciencia (Il bidone) (1955). Sin ser un drama negro plenamente neorrealista, sí incluye secuencias propias de esta corriente. En el film, Richard Basehart y Giulietta Masina sobresalen junto a Franco Fabrizi del resto del reparto, y la maestría con que Fellini va abordando cada película se hace palpable para crítica y público.

Las noches de Cabiria (Le notti di Cabiria) (1957). Segundo gran éxito de su director tras "La strada", y segunda obra capital de su carrera. La historia de una prostituta y sus anhelos está servida con una realización y una puesta en escena que rayan la perfección técnica, amén de un guión magníficamente trazado, que hacen de éste uno de los títulos más señeros del genial Fellini. Francois Perier y la Masina brillan en un film único. Como curiosidad, señalar que otro grande el cine con un universo propio (Bob Fosse) rodó una remake en Hollywood de este film en clave musical de considerable éxito ("Noches en la ciudad", 1968) con Shirley MacLaine, John McMartin y Ricardo Montalbán.

La dolce vita (1960). La película por excelencia de su director, de cara al gran público, y uno de los títulos más famosos del cine europeo de los 60. Mastroianni como maestro de ceremonias de la alta sociedad romana, en su labor de cronista de sociedad, y la disección que hace Fellini de toda una época, aparte de la conocidísima escena de Anita Ekberg en la Fontana di Trevi han hecho que la cinta adquiera la categoría de mítica.

Boccaccio ‘70 (1962) - episodio Le tentazioni del dottor Antonio. En esta película de cuatro episodios, homenajeando las historias de Giovanni Boccaccio, trabajó con otros dos impecables cineastas del cine italiano: Vittorio de Sica y Mario Monnicelli, y volvió a dirigir a su amada Anita Ekberg en su primera propuesta rodada en color.

Fellini ocho y medio (8 e 1/2) (1963). Para muchos, su mejor film. Las vicisitudes del rodaje de una película y la desintegración personal del director (magistralmente interpretado por Mastroianni) sirvieron a Fellini para saldar cuentas consigo mismo y con la industria, y para establecer las bases definitivas de su estilo (que ya no abandonará ninguna de sus películas posteriores). Recientemente ha sido elegida como una de las 10 mejores películas italianas de todos los tiempos.

Giulietta de los espíritus (Giulietta degli spiriti) (1965). Sorprendió a la crítica de entonces por el uso del color como elemento expresivo y simbólico -que luego también usaron Ingmar Bergman en "La pasión de Anna" (1969) o R. W. Fassbinder en "Brehmer Frerit" (1974)-. La película contiene una de las mejores interpretaciones de Giulietta Massina -si no la mejor-, en un papel escrito expresamente para ella donde la actriz logra dotar de una amalgama de matices mucho más rica que hasta la fecha a su muy felliniano y eterno personaje de mujer frágil y desamparado frente a un mundo abigarrado, dentro de un guión sencillamente maravilloso, que rindió a los pies del realizador a los críticos de medio mundo. En esta cinta, de menor acogida comercial que sus antecesoras, comienza a introducirse un cripticismo moderado que se hará totalmente evidente en el barroquismo de “Casanova” (1974).

Tre passi nel delirio (1968) - episodio Toby Dammit. Louis Malle y Roger Vadim dirigieron los otros dos episodios de este film ("Historias extraordinarias") basado en relatos de Edgar Allan Poe.

Block notes di un regista (1969) - TV

Satyricon (Fellini Satyricon) (1969), fue seguramente su mayor triunfo a nivel personal junto a "Amarcord" y a su versión de "Casanova". Todos los egos, genialidades, obsesiones, filosofías y demás cualidades del director están presentes en esta obra, que sigue la célebre obra homónima de Petronio. Metalenguajes e intertextualidad (ahora tan de moda en literatura, ciencias sociales, etc) se dan la mano en un film barroco, visualmente espléndido y muy placentero de ver para todo admirador de una verdadera obra de arte.

I Clowns (1971). Pequeña, sensible y conmovedora cinta que, sin aportar excesivas novedades a la carrera de Fellini, trasluce el amor del cineasta por el mundo circense y por lo que representa para él.

Fellini Roma (1972). Excesiva, prolija, repetitiva, y sin embargo un nuevo y lúcido ejercicio de representación simbólica, en este caso en homenaje a una ciudad y sus gentes, un modo de entender la vida, etc.

Amarcord (1973). Probablemente el último film de Fellini de relevancia internacional, Oscar a la mejor película extranjera incluído. El mundo de su infancia, la familia, la clase obrera, la miseria y la mentalidad de la "Italia profunda" (en el buen sentido) se conjugan excepcionalmente en una disertación viva, alegre y colorista, con mucho sentido del humor (el humor felliniano) y el deleite narrativo del que hacía gala.

Casanova (1976). Uno de los hitos en la carrera del realizador. Ambiciosa y arriesgada, pese a contener todo el universo de su creador, adapta de forma libre las célebres memorias del conquistador italiano Giacomo Casanova. Pese a que su éxito en taquilla no fue tal, la cinta desborda cine y sabiduría por los cuatro costados, tiene un considerable derroche de fantasía y quizá ilustra mejor que ninguna otra las obsesiones del gran cineasta sobre la vida y la muerte.
Ensayo de orquesta (Prova d'orchestra) (1978). Poco conocido pero excelente film agridulce, que anticipa la infinita nostalgia-melancolía-filosofía vital que enmarca "Ginger y Fred".

La ciudad de las mujeres (La città delle donne) (1980). Resultó ser su última colaboración con Marcello Mastroianni como protagonista absoluto, y permanece como uno de los mejores trabajos del cineasta. Se ha escrito mucho sobre la figura femenina en el cine de este director, y no siempre se ha entendido la relación de amor-admiración-misoginia-crueldad tan intensa del gran Federico con ésta.

Y la nave va (E la nave va) (1983). Ópera, cine de época, toques de surrealismo simbólico y vanguardia visual se entremezclan en la penúltima película del realizador que gozaron los espectadores de cine. Quizá no sea la mejor película de su director, pero revisándola hoy en día, uno percibe la serenidad con la que Fellini convivió durante sus últimos años de vida.

Ginger y Fred (Ginger e Fred) (1986). Obra maestra y punto. Ginger Rogers demandó a Fellini por el título de la cinta, referencia obvia.

Entrevista (Intervista) (1987). Film documental donde se habla de Fellini y sus películas por gentes que trabajaron con él.

La voz de la luna (La voce della luna) (1989). Con Roberto Benigni.


Por Javier Conigliaro
Anima Italiana Cine