“La sconosciuta”
(La desconocida, Italia/2006). Duración 118 minutos.
Guión y dirección: Giuseppe Tornatore.
Con Xenia Rappoport, Michele Placido, Claudia Gerini, Margherita Buy, Pierfrancesco Favino, Piera Degli Esposti, Clara Dossena, Alessandro Haber y Ángela Molina. Fotografía: Fabio Zamarion.
Música: Ennio Morricone.
Edición: Massimo Quaglia.
Diseño de producción: Tonino Zera.
Distribuidora: Impacto Cine.
Guión y dirección: Giuseppe Tornatore.
Con Xenia Rappoport, Michele Placido, Claudia Gerini, Margherita Buy, Pierfrancesco Favino, Piera Degli Esposti, Clara Dossena, Alessandro Haber y Ángela Molina. Fotografía: Fabio Zamarion.
Música: Ennio Morricone.
Edición: Massimo Quaglia.
Diseño de producción: Tonino Zera.
Distribuidora: Impacto Cine.
Opinión del film: Muy bueno
La película arrasó con los premios David Di Donatello (máxima distinción para el cine en Italia) a la mejor película, dirección, actriz protagónica, música y fotografía. Filmada en Trieste y Venecia, la película costó 8 millones de Euros y representó para su director una esperada reconciliación con el público y la crítica.
La sconosciuta en cuestión es interpretada por Xenia Rappoport, una actriz rusa que nos animamos a decir que va a dar que hablar. En la película se destaca en el papel de una joven y enigmática mujer llegada de Ucrania que no se detiene ante nada para ganarse un lugar de confianza como la niñera de una familia de clase media alta. Pronto se establece un lazo muy especial, pero también perturbador, entre esta mujer y la niñita que debe cuidar. A lo largo de este thriller psicológico escrito por Tornatore (en colaboración con Massimo De Rita), ya nos iremos enterando de qué es lo que realmente se propone esta desconocida.
Mientras tanto no sabemos nada de esta mujer. Sólo que parece escapar de un pasado que la vincula a una red de prostitución, a una variada gama de humillaciones y a un amor que ya no está. Escenas fuertes a las que no nos tiene acostumbrados Tornatore, pero que no molestan tanto por lo explícito, como por su relativa contribución a la historia principal que se está contando. Y es que lo más destacado del relato no pasa por la denuncia social sino por la intensidad que se logra con las historias más pequeñas. Es en la magnífica construcción de personajes, en las excelentes actuaciones (se suman a la protagonista un siniestro Michele Placido y la niña Clara Dossena) y en el clima de angustia e intriga, de la mano de la espectacular banda sonora de Ennio Morricone, que la película gana en interés.
En definitiva, una muy buena opción para disfrutar en el cine de la película más oscura de Giuseppe Tornatore.
Por Javier Conigliaro
Giuseppe Tornatore
Giuseppe “peppuccio” Tornatore nació en Bagheria (Palermo) el 27 de mayo de 1956 y aunque está vinculado a lo artístico desde que tenía 16 años (obras de teatro, fotografía para revistas, filmaciones varias – incluso casamientos – documentales para la RAI, etc.) llega al mundo del cine de la mano de Giuseppe Ferrara con la realización de la película “Cento giorni a Palermo” (Cien días en Palermo) de 1984. Su opera prima llega al cumplir los 30 años con su película “Il camorrista”, que como lo indica el título consiste en el retrato de un capo de la mafia napolitana. Para este début cuenta con el papel protagónico de Ben Gazzara nada menos, uno de los actores preferidos de John Cassavetes, ícono del cine americano independiente. Esta película le permite obtener dos premios: el “nastro d’argento” y el “globo de oro” otorgado por la prensa extranjera en Italia al mejor director en surgimiento.
A esta película le sigue en 1988 “Nuovo Cinema Paradiso”, film con el que consigue un gran éxito ya que gana el premio especial del jurado en el Festival de Cannes y posteriormente obtiene premios en los festivales de Londres, Moscú y Toronto, obteniendo finalmente el Oscar a la Mejor Película Extranjera.
“Nuovo Cinema Paradiso” es una película que ha cautivado por su emotividad y que en algunos casos puede llegar a cierto desborde sensiblero. De todas maneras este toque melodramático no le resta méritos a una historia que como sugiere el título nos presenta un típico cine de pueblo, un lugar de reunión y encuentro para una época en donde no había televisión. Y en el racconto de esa historia, aparece desde el cura que censura los besos que se ven en la pantalla, la historia de un chico que encuentra en un grandioso Philippe Noiret (el proyectorista de ese cine) a un padre postizo y a un gran amigo. Es también una historia de amor por las películas, en uno de esos viejos cines donde daban de a dos y tres películas en continuado. Donde se podía ver desde una de Kurosawa hasta una de John Wayne pasando por Chaplin, antes que nos invadiera por completo el cine pochoclero.
Pero lo que también hay que destacar de “Nuovo Cinema Paradiso” es que marca el inicio de una nueva dupla artística que sigue hasta el día de hoy: la de Giuseppe Tornatore con el genial compositor Ennio Morricone. De alguna manera Tornatore toma la posta del famoso director Sergio Leone, que muere en 1989, y que previamente no sólo había hecho varias películas junto a su amigo de la infancia Morricone, había llegado incluso a inventar un género: el spaghetti western (la música de Morricone es ya una marca registrada para este tipo de realizaciones). Otra curiosidad (o no tanto): antes de fallecer, Leone estaba trabajando en una película cuyo título era “Leningrado”; Tornatore retomó ese proyecto a partir del 2000, lo que lo mantuvo alejado por casi 5 años de las carteleras, proyecto que actualmente sigue “en producción”).
En 1990 estrena la película “Stanno tutti bene” (Están todos bien), interpretada por Marcello Mastroianni, un viudo siciliano que emprende un viaje a través de Italia para ver cómo están sus hijos. Se detiene en Napoli, Roma, Firenze, Milano y Torino. En palabras del mismo director, es una película sobre la incomunicación y la mentira. Sobre como se reducen las grandes distancias (fax o satélite en la época en que se realizó el film, ahora tenemos mail) y de como se alargan las cortas. Aunque al igual que con su película anterior gana un David di Donatello (principal premio en Italia) por la música de Morricone y un “Nastro d’argento” por mejor guión original, no tiene el éxito de público que se esperaba. Es un film revalorizado hoy día y de hecho Robert De Niro va a protagonizar una remake prevista para el año próximo.
Después del film con Mastroianni, comienza un ciclo errático con películas que denotan un cierto declive artístico junto a otras que tienen buena respuesta tanto de crítica como de público. Dentro de las películas que no pasarán precisamente a la historia tenemos a “Una pura formalità” (Una pura formalidad - 1994), una historia en la que Gérard Depardieu es un escritor retenido por la policía con pretextos casi absurdos; un thriller psicológico que tiene la particularidad de contar con el coprotagónico de Roman Polanski.
Luego de realizar el documental “Lo schermo a tre punte”, Tornatore “torna” con “L’uomo delle stelle” (el hombre de las estrellas), película en la que Sergio Castellito es un camarógrafo algo charlatán y que con el pretexto de hacer un “casting” para importantes directores romanos, recorre distintos pueblitos cobrando un dinerillo a sus ingenuas víctimas. La película tiene un estilo picaresco pero, como suele suceder con este director, no falta el toque melodramático. Este film obtiene premios en el Festival de Venecia y el David di Donatello a mejor dirección así como una nueva nominación al Oscar para Mejor Película Extranjera.
En 1998 llega “Novecento”, una película que tuvo buena respuesta de público, varios premios “nastro d’argento” y un Golden Globe para la música de Ennio Morricone. Sin embargo, el film también conocido como “La leyenda del pianista sobre el océano”, es una película pretenciosa, mezcla de fantasía y costumbrismo melancólico en dosis algo exageradas, aún para Tornatore. El film se basa en el monólogo “Novecento” de Alessandro Baricco, un libro que cautivó a Tornatore. Esta suerte de musical no muy logrado, cuenta las desventuras de un niño abandonado en un espectacular transatlántico que, con el tiempo, se transforma en un genio del piano. Genio que deleita pasajeros, humilla a músicos verdaderamente geniales como el jazzista Jelly Roll Morton y desarrolla una rara fobia que no le permite abandonar jamás el barco, ni siquiera cuando se enamora. Es la única película que hasta el momento Tornatore rodó totalmente en inglés (lo que sin dudas le abrió mercados) y que dentro de su reparto cuenta con el protagónico del tarantinesco Tim Roth (el Mr. Orange de Reservoir Dogs), que no alcanza para salvar un film demasiado extenso y pretencioso.
Posteriormente sigue “Malèna” (2000), coproducción italo-americana interpretada por Monica Bellucci. Esta película que evoca de alguna forma a “C’era una volta in America” de (y no es casualidad) Sergio Leone, obtuvo el David di Donatello a mejor fotografía y el Nastro d’Argento por la música compuesta por (cuando no) Ennio Morricone. Y si la fotografía de esta película es realmente magnífica, resaltando la increíble costa siciliana, no menos magnífica es Mónica Bellucci en todo su esplendor. Lamentablemente hasta aquí los elogios ya que la película está, en mi opinión, entre lo más flojo de Tornatore. La película está ambientada en plena 2da. Guerra Mundial y cuenta la historia de Malena/Mónica, la fiel mujer de un combatiente. Es también la historia de la pérdida de inocencia de Renato, en su pasar de niño a adolescente. Basta ver las curvas de la Bellucci para entender el deseo que despierta en general y en Renato en particular, pasando por todos los clichés del cine (chistes burdos, maratones masturbatorias de Renato, habladurías varias a partir de la viudez de Mónica, etc.). En una lectura menos superficial podríamos decir que Tornatore buscó reflejar también la pérdida de inocencia de una Italia que sale del fascismo y de la guerra. No alcanza.
Como ya vimos, Tornatore volvió a lo grande con “La sconosciuta” y terminó de filmar su última obra “Baaria, la porta del vento” (Bagheria, la puerta del viento), un film personal, tanto que el nombre del título refiere – en fenicio – a su pueblo natal.